¿Qué es exactamente el
desapego?
Primero, aclaremos lo que no
es el desapego.
El desapego no es un
alejamiento frío, hostil; no es una aceptación resignada y desesperante de todo
aquello que la vida y la gente nos tire en el camino; no es una manera robótica
de ir por la vida, absortos, y totalmente indiferentes a la gente y a los problemas;
no es una actitud de inocente dicha infantil; ni un desentendimiento de lo que
son nuestras verdaderas responsabilidades hacia nosotros mismos y hacia los
demás; ni una ruptura en nuestras relaciones. Tampoco es que retiremos nuestro
amor y nuestra solicitud, aunque a veces estas formas de desapegarnos pueden
ser las mejores a seguir, por el momento.
De una manera ideal,
desapegarnos es liberarnos o apartarnos de una persona o de un problema con
amor. Mental, emocional y a veces físicamente nos desembarazamos de nuestro
involucramiento insano ( y a menudo doloroso ) con la vida y responsabilidades
de otra persona, y de los problemas que no podemos resolver, de acuerdo con un
manual titulado Desapego que ha circulado durante muchos años en los grupos
Al-Anón.
El desapego se basa en las
premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos
resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no nos
sirve de nada. Adoptamos una política de no meter las manos en las
responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las
nuestras.
Si la gente se ha fabricado
desastres a sí misma, le permitimos enfrentar las consecuencias. Le permitimos
a la gente ser como es en realidad. Le damos la libertad de ser responsable y
de madurar. Y nos damos a nosotros mismos la misma libertad. Vivimos nuestra
propia vida al máximo de nuestra capacidad. Luchamos para discernir qué es lo
que podemos cambiar y qué es lo que no podemos cambiar. Luego dejamos de tratar
de cambiar aquello que no podemos. Hacemos lo que podemos para resolver un
problema, y luego dejamos de hacernos la vida de cuadritos.
Si no podemos solucionar un
problema después de intentarlo seriamente, aprendemos a vivir con ese problema
o a pesar de él. Y tratamos de vivir felices, concentrándonos heroicamente en
lo que de bueno tiene la vida hoy, y sintiéndonos agradecidos por ello.
Aprendemos la mágica lección de que sacarle el máximo provecho a lo que tenemos
multiplica lo bueno en nuestras vidas.
El desapego implica – ”
vivir el momento presente” – vivir en el aquí y en el ahora -. Permitimos que
en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de
controlarlas. Renunciamos a los remordimientos por el pasado y a los miedos por
el futuro. Sacamos el mayor provecho a cada día.
El desapego también implica
aceptar la realidad, los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en
otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en este mundo.
Nos liberamos de nuestros pesares y preocupaciones y nos damos a nosotros
mismos la libertad para disfrutar de la vida a pesar de nuestros problemas no
resueltos.
Confiamos en que todo está
bien a pesar de los conflictos. Confiamos en que Alguien más grande que
nosotros sabe, ha ordenado y se preocupa de lo que está sucediendo. Entendemos
que este Alguien puede hacer mucho más por resolver el problema que nosotros.
De modo que tratamos de no estorbar su camino y dejar que Él lo haga. A su
tiempo, sabremos que todo está bien porque vemos cómo las cosas más extrañas (
y a veces, las más dolorosas) se solucionan de la mejor manera y en beneficio
de todos.
Desapegarnos no quiere decir
que nada nos importe: Significa que aprendemos a amar, a preocuparnos y a
involucrarnos sin volvernos locos. Dejamos de crear un caos en nuestra mente y
en nuestro medio ambiente. Cuando no nos hallamos reaccionando de un modo
ansioso y compulsivo, nos volvemos capaces de tomar buenas decisiones acerca de
cómo amar a la gente y de cómo solucionar nuestros problemas. Nos liberamos
para comprometernos y para amar de modo que podamos ayudar a los demás sin
lastimarnos a nosotros mismos.
Las recompensas que el
desapego nos brinda son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz
interior, la capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y
nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros
problemas.
Encontramos la libertad para
vivir nuestra propia vida sin sentimientos excesivos de culpa o responsabilidad
hacia los demás. En ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la
gente que se encuentra a nuestro alrededor para empezar a solucionar sus
problemas. Dejamos de mortificarnos por ellos y lo perciben, de modo que
finalmente comienzan a preocuparse por ellos mismos. Cada quien atiende sus
propios asuntos.
El desapego es una acción y
un arte. Es un modo de vida. ¿ Cómo nos desapegamos? ¿Cómo separamos nuestras
emociones, nuestra mente, espíritu y cuerpo de la agonía del involucramiento?
Lo mejor que podemos. Y,
probablemente, un poco torpemente al principio. Un antiguo dicho de A A y de
Al-Anón sugiere una fórmula de tres partes llamada honestamente, abiertamente y
con voluntad de intentarlo.
Si nos desapegamos, estamos
en una mejor posición para trabajar sobre (o a través) de nuestras resentidas
emociones. Si estamos apegados, probablemente no hagamos nada más que estar
siempre irritados.
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