Pareciera que hay un mapa para las relaciones que todos esperan seguir. Nos conocemos, nos gustamos, nos besamos, nos juntamos, pasamos más y más tiempo juntos, nos decimos “te amo”, conocemos a nuestras familias, y nos casamos, y lo demás sigue su curso.
Sin embargo eso no es amor libre, eso es seguir un plan, y un plan bastante limitado en mi opinión.
Para experimentar un amor verdaderamente libre, sin apegos (si esa es nuestra meta), lo primero que tenemos que hacer es trabajar en nosotros mismos empezando por nuestros gatillos. Los gatillos o “botones” son aquellas cosas que “disparan” nuestras emociones negativas y sufrimiento. Muchas personas pasan mucho tiempo buscando a la pareja perfecta, con la idea que al encontrar a esta persona nunca más van a volver a sentir celos o inseguridades, pero no es así.
Estas experiencias están dentro de cada uno de nosotros y es ahí donde debemos trabajarlas.
Amar en una relación en libertad no significa que no nos importe lo que haga o deje de hacer la otra persona, o que no haya posibilidades de que salgamos lastimados. Significa que nos amamos lo suficiente y confiamos en nuestra capacidad de sanar, permitiendo que la relación se desarrolle sin tener que controlarla.
Cuando cambiamos nuestras expectativas, nuestras experiencias cambian.
Si creamos una relación nueva con alguien sin ideas preconcebidas de lo que debe de ser más adelante, entonces nos damos la oportunidad de desarrollar esa unión de manera orgánica, en vez de forzarla a conformarse a los límites predeterminados con los que definimos al amor.
Un amor libre, sin apegos, significa “te amo por la persona que eres, no porque estoy esperando que me ames a cambio”. Un amor libre, sin apegos, significa que quiero disfrutar contigo tantos momentos como pueda, porque sé que no hay garantía alguna de que ese encuentro vaya a durar.
Un amor sin apegos es la simple habilidad de amar a alguien libremente. Ambas personas pueden ir y venir libremente, sin la sensación o expectativa de ciertos comportamientos o de una línea de tiempo.
Pero la verdad es que el amor sin apegos no es fácil.
Para realmente amar a alguien de esta manera primero necesitas desarrollarte espiritualmente. Necesitas sanar tus heridas, soltar el miedo al abandono, al rechazo, a los celos, a cualquier otra cosa a la que hayamos sido condicionados. Tienes que limpiar tu pasado, tus relaciones fallidas, tus momentos de falta de amor. Tienes que soltar tus ideas preconcebidas y tus expectativas acerca de una relación, así como lo que piensas que es el amor.
Una vez que hayas hecho este trabajo, te darás cuenta que no se trata de tus sentimientos hacia la otra persona, sino del amor hacia tí mismo. Una vez que hayas sanado tu pasado, te darás cuenta que no tienes que repetir el pasado, sino que tienes la oportunidad de crear tu futuro.
Lo que buscas en una pareja cambia radicalmente porque ya no estás buscando a alguien que te ayude a sanar, o que te complete, o que te diga que siempre va a estar contigo, porque ahora lo puedes hacer tu mismo.
Amar sin apegos significa que decidimos amar conscientemente.
Significa que respetamos el camino de nuestra pareja tanto como el nuestro, sabiendo que no podemos forzar nada; que no hay nada en este mundo que pueda hacer que alguien nos ame. Es entonces cuando nos acercamos al amor como una ofrenda, como una bendición, como un regalo del universo, sin importar si el otro lo acepta o corresponda a él; nos envolvemos en la esencia de lo que significa verdaderamente cuidarnos unos a otros.
Amarnos sin apego significa que buscamos y creamos el amor dentro de nosotros mismos y buscamos compartir esto con otros. Y este es el tipo de amor más puro que hay.
“El verdadero amor comienza cuando no se espera nada a cambio”. Thich Nhat Hanh
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