Cuando la gente con un
trastorno compulsivo hace lo que se siente obligado a hacer, no está diciendo
que no te ama, está diciendo que no se ama a sí misma.
Las personas suaves, las
almas amables, van con amor. Si, a veces necesitamos ser firmes, asertivos: en
esas épocas en que cambiamos, en que adquirimos una nueva conducta, en que
necesitamos convencer a los demás y a nosotros mismos de que tenemos derechos.
Esas épocas no son
permanentes. Tal vez necesitemos enojarnos para tomar una decisión o fijar un
límite, pero no podemos permitirnos quedar resentidos. Es difícil sentir
compasión por alguien que nos está victimizando, pero una vez que nos hemos
apartado de nuestro papel de víctimas, podemos encontrar compasión.
Nuestro sendero, nuestro
camino, es un camino suave que seguimos con amor, amor a nosotros mismos, amor
a los demás. Fijar límites. Desapegarse. Cuidar de nosotros mismos. Y, tan pronto
como sea posible, hacer eso con amor.
"Hoy,
y cada vez que sea posible, Dios mío, déjame ser gentil conmigo mismo y con los
demás. Ayúdame a encontrar el equilibrio entre la acción asertiva emprendida en
busca de mis mejores intereses y el amor por los demás. Ayúdame a comprender a
que a veces esas dos ideas son una sola. Ayúdame a encontrar el sendero
adecuado para mí".
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